Nuestra visión está determinada por el sistema visual que poseemos, el cual está compuesto por los ojos, el cerebro y el nervio óptico. A través de este sistema, captamos la luz y convertimos la información visual en imágenes que percibimos en nuestro entorno.
La luz es una forma de energía electromagnética que viaja en ondas. Estas ondas tienen diferentes longitudes y frecuencias, y el espectro de la luz visible incluye todos los colores que podemos percibir. Los objetos que vemos tienen la propiedad de absorber y reflejar diferentes longitudes de onda de luz.
Cuando la luz incide sobre un objeto, puede ocurrir una de estas tres cosas:
Absorción: El objeto absorbe ciertas longitudes de onda de la luz y refleja otras. El color que percibimos en un objeto es el resultado de las longitudes de onda que no ha absorbido, sino que ha reflejado y llegan a nuestros ojos. Por ejemplo, si vemos un objeto de color rojo, significa que está absorbiendo todas las longitudes de onda del espectro de luz, excepto aquellas que corresponden al color rojo, que son reflejadas y captadas por nuestros ojos.
Transmisión: Algunos objetos permiten que la luz atraviese su estructura, como ocurre con el vidrio. En este caso, la luz es transmitida a través del objeto.
Reflexión: Los objetos reflejan parte de la luz que incide sobre ellos. La reflexión de la luz es lo que permite que veamos los objetos que no emiten luz propia, como los muebles, la tierra o los animales.
Color del agua:
Cuando miramos un cuerpo de agua, como un lago, la luz del sol incide sobre su superficie. El agua, en sí misma, es transparente, por lo que permite que la luz atraviese su superficie. Sin embargo, parte de la luz es absorbida y dispersada por las partículas en el agua, y otra parte es reflejada en la superficie. El color que percibimos del agua dependerá de varios factores, como la cantidad de impurezas, la presencia de algas o la luz ambiental que incida sobre ella.
En cuanto a la percepción de diferentes colores, esta se debe a cómo nuestros ojos y nuestro cerebro interpretan las diferentes longitudes de onda de la luz que llegan a nuestra retina. Nuestro ojo contiene células receptoras llamadas conos, que son sensibles a diferentes longitudes de onda y nos permiten percibir los colores rojo, verde y azul. La combinación de la estimulación de estos conos en diferentes intensidades nos permite percibir una amplia gama de colores.
Como resultado, el agua parece «absorber» ligeramente las longitudes de onda más largas y «reflejar» más las longitudes de onda más cortas, lo que lleva a que veamos el agua con un tono azul claro. En aguas más limpias y menos contaminadas, este efecto puede ser más pronunciado, dándonos una sensación más intensa de azul.
Percepción de colores:
La percepción de diferentes colores se basa en cómo nuestros ojos y cerebro interpretan las diferentes longitudes de onda de la luz. Las células sensibles a la luz en la retina, llamadas conos, son responsables de detectar diferentes colores. Tienen sensibilidades máximas a longitudes de onda específicas: conos cortos para el azul, conos medios para el verde y conos largos para el rojo.
Cuando la luz entra en el ojo, estos conos se activan en diferentes proporciones según la composición de la luz reflejada por el objeto. El cerebro interpreta las señales recibidas de los conos y construye la experiencia visual de colores diferentes.
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